RTVE, cada vez más BBC

Posted on 16 junio 2010

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Podría hablar de la tibieza del Nobel de la paz con Israel, Israel, qué bonito es Israel. Podría hablar de la huelga-marrón en la que la derecha no sabrá que hacer, si secundarla para torpedear a ZP o rechazarla para dejar en bragas a los sindicatos. Podría hablar de las primas de los jugadores de la Selección… aunque ya puestos, mejor hablar de sus novias y de las de sus rivales. Debería haber hablado sobre ello, pero la pereza y asuntos… reglamentarios (dejémoslo así) me lo han impedido.

Así que, como de estos temas ya se ha hablado mucho, vayamos a un asunto algo menor en cuanto a su difusión y relevancia, pero que me parece revolucionario -desgraciadamente-. Y es que lo que debería ser norma habitual se convierte en novedad. RTVE informará a la audiencia de las ruedas mamarachadas de prensa en las que no se admitan preguntas por parte del compareciente, y además no emitirá la señal de imágenes proporcionadas por los partidos políticos en sus mítines. Ah, pensabas que esto ya ocurría. Pues no. Los periodistas somos una banda de estómagos agradecidos, vagos y vendidos apaleados a los que no nos importa un ápice nuestra dignidad ni los ideales con los que nos matriculamos en la universidad. Por eso vamos a ruedas golfadas de prensa en las que el fulano de turno convoca, lee y se pira por donde ha venido con el halo de soberbia que concede el saber que los micrófonos siempre están abiertos para ti. Y luego somos tan perezosos que ni siquiera hacemos el esfuerzo de acudir a un mitin para tomar el pulso al ambiente, a la gente, a los gestos, y nos conformamos con la señal empaquetada, empalagosa y con lazo que envía el PPPSOE de turno.

Por eso la decisión que ha tomado RTVE acerca al ente público a la excelencia. Por fin despojado de todo el lastre grasiento de la política, se ha convertido en un medio ágil, moderno, plural, informativo, entretenido, analítico… un medio de todos, del que las autonómicas deberían tomar nota para dejar de ser los cortijos del partido en el poder. Lo deseable sería que todas las asociaciones de periodistas (para cuándo un puñetero colegio que nos libre de tanta basura analfabeta) optasen por la misma medida, para que cuando los golfos de nuestros políticos convoquen una rueda cacicada de prensa se lleven un «zas, en toda la boca», y se queden sin micrófonos sobre los que escupir toda su bilis sin sal. Hace mucho tiempo que pienso que opinar es gratis (he aquí una muestra, salvo los 50 y pico euros de ADSL que Telefónica me sisa cada mes), pero si no lo fuera, todos estaríamos más callados, y agradeceríamos un poco de silencio. ¿Por qué le damos un altavoz gratuito día sí y día también a unos tipos que no saben cuánto vale un café en la calle, a unos tipos que en muchos casos no saben lo que es trabajar, a unos tipos, en fin, que no representan a la sociedad por mucho que desgasten con sus descansados traseros los asientos del templo de la voluntad popular?

Decía Kant que la costumbre mata la sensibilidad. Y será eso, que vivimos anestesiados por el soniquete de una casta que nos dice lo que está bien y lo que está mal y que quiere construir un seguidismo sectario sin importar la sociedad, la economía, la cultura, la educación, sino sólo la ambición y el poder. Sólo un consejo, y no es mío. Decía Groucho Marx: «La televisión es muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me voy a otra habitación y me pongo a leer».

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